La autocontemplación para entender el síntoma
- Sin categoría
La autocontemplación es la fórmula mágica para adquirir conocimiento de uno mismo. Nos permite conocer aquello que está en la sombra, es decir, en nuestro inconsciente, a través de las manifestaciones de nuesta cuerpo, los síntomas. Practicarla nos ayuda a entender los mensajes que nos lanza nuestro cuerpo, que tienen el fin de equilibrarnos y hacernos crecer.
Parar un minuto , sentarse, frenar por unos momentos el ritmo, meditar, observarse de forma curiosa y relajada, sorprendernos en la observación de nuestros actos, escuchando al cuerpo, sintiendo ese síntoma que nos molesta que nos preocupa y hacernos las siguientes preguntas:
¿Qué estaba pensando, diciendo, haciendo que me ha provocado este síntoma?
¿Qué me impide? ¿Qué me impone?
¿Para qué está ahí? ¿Qué me quiere decir aquí y ahora? ¿Cuál es su mensaje?
No es fácil porque intentamos racionalizar, en lugar de sentir, porque no paramos a escuchar, a escucharnos en silencio. Cada síntoma tiene su significado, sin excepción, y el momento exacto de su aparición es trascendental, pues nos da mucha información sobre el contexto en que se desarrolló, cual era el pensamiento y cual era la emoción.
¿Cuándo comenzó, en qué momento? ¿Qué hacía? ¿Con quien estaba? ¿Cómo era el ambiente?
¿Qué estaba pensando? ¿Qué sentía?.
Los síntomas se diferencian únicamente en la valoración subjetiva del que los sufre. Esto se evidencia a través de su lenguaje, las expresiones que utiliza para describirlo, cómo lo siente. Por el síntoma se manifiesta aquello que le falta al ser humano, aquello que no ha querido experimentar conscientemente, es el sucedáneo físico de aquello que le falta al alma. Nuestro cuerpo es el espejo de nuestra alma, nos muestra todo aquello que no puede ver más que por su reflejo en el exterior, aquello que nos disgusta o rechazamos en nuestro entorno.
Aquello que está en la sombra, en nuestro inconsciente, es aquello que rechazamos de nosotros mismos, que no aceptamos (C.G. Jung).
Si sentimos un dolor físico no es más que el reflejo de un sufrimiento emocional subyacente. Sin embargo, cuando tenemos un síntoma queremos silenciarlo mediante un fármaco, un antibiótico, un masaje, un poco de calor,…pero debemos pararnos a sentirlo, a contemplarlo. Si apagamos la luz que nos indica que algo va mal, no desaparece el problema, solo hemos apagado el indicador. Si dejamos que se manifieste, podemos dejar que nos llegue la información que nos trae el síntoma. El síntoma es información, nos indica que el individuo ha dejado de estar en armonía, en equilibrio, ha perdido la homeostasis o equilibrio interno.
La enfermedad no son los síntomas, sino lo que los provoca. Un cuerpo no está enfermo ni sano, en él solo se reflejan los diferentes estados de conciencia y la enfermedad nos sirve para sanarla y ayudarnos a tomar conciencia de lo que está oculto a simple vista. Digamos que la enfermedad tiene su para qué, aunque el individuo no tenga la capacidad de ver su sentido, pero todo lo tiene.
Descubrir esta razón de ser de las cosas es a lo que denominamos tomar conciencia. La enfermedad tiene un propósito, un aprendizaje, pregúntate que tiene de bueno, aunque cueste encontrarlo.
¿Para qué te sirve a ti? ¿Qué te dice? ¿Qué aprendes de esto tan malo que te pasa?
No contestes rápidamente, medítalo, obsérvate, siéntete, sincérate contigo mismo, visualiza aquello que está en desequilibrio en tu vida y hallarás la respuesta. Silencia tu mente, no racionalices, sienteeee.
Todo aquello que rechazamos o no aceptamos, aunque nos genere asco, angustia y lo repudiemos, no desaparece, pasa a formar parte de nuestra sombra, a nuestro inconsciente. Si criticamos a los demás o algo nos irrita de sus comportamientos, nos está diciendo algo de nosotros, quizá sea que somos demasiado rígidos o intolerantes, sobre todo con nosotros mismos. Solo podemos conectar o sentirnos afectados por aquello con lo que resonamos, aquello que vibra en nuestra misma frecuencia. A esto se le llama proyectar, es decir, fabricar algo en el exterior, aquello que rechazamos de nuestro interior.
Lo que vemos o sentimos al ver el mundo, nos indica qué es lo que hay en nuestro mundo interior. Lo que rechazamos del mundo exterior es justo lo que nos falta de en nuestro mundo interior.
P.e.: Cuando tenemos prisa y vamos con el coche, parece que todo el mundo va más despacio, la gente se nos cruza, nos toca el tío lento delante, hay más tráfico y parece como si estuvieran atontados, empezamos a maldecir, pitar y ponernos nerviosos. Dime que no te ha pasado!. Eso te genera rabia , impotencia , angustia, ira hacia los demás, pero si observas bien, verás que no son más que el reflejo de tus prisas, tu nerviosismo, tu falta de templanza, de tu intolerancia o tu egoísmo.
Lo que más repudiamos de algo nos refleja aquello que rechazamos y no aceptamos de nosotros mismos y esto es lo que nos hace enfermar. Simplemente rechazar o evitar algún aspecto de la realidad nos está indicando que tenemos un problema con él. A un ser humano solo pueden molestarle los aspectos de la realidad que no ha asumido.
¿Cómo crees que se manifiesta aquello que rechazas y que forma parte de ti?
¿Cómo piensas que puede manifestarse si no es de forma consciente?
Todo lo que no dejas pasar a la conciencia y aceptas como parte de ti pasa al inconsciente y es manifestado por tu cuerpo a través del síntoma pues es menos doloroso que aceptar la dureza de la realidad. Con ese síntoma tenemos la oportunidad de aprender, de volver a sacar a la luz aquello que hemos mantenido oculto en la sombra y que tenemos que aceptar. A medida que rechazamos y seguimos ocultando el síntoma, nuestro cuerpo pedirá resolver el conflicto o desequilibrio interno con más fuerza hasta generar enfermedades graves . Por ello la curación del cuerpo solo puede venir a través de la curación del alma.
Entonces,… ¿Qué nos hace falta para sanar?
Aquello que rechazamos y no aceptamos de nosotros mismos.
¿Y cómo puedo saberlo?
Observa aquello que te irrita del mundo exterior, porque es justo lo que te falta por aceptar como parte de ti. Pregúntate:
¿Qué es lo que mas me irrita?
Sorpréndete maldiciendo, criticando, cuando te enfadas, cuando algo te molesta.
¿Cómo soy yo , para que esto me moleste?¿Qué me falta? ¿Qué tengo en mí que solo veo defectos en los demás?
Encararse con la propia sombra es sanador. La enfermedad hay que aceptarla como una llamada de auxilio de nuestro alma. Mientras no seamos capaces de vernos reflejados en el exterior, en nuestra forma de ver el mundo, estaremos viviendo en un autoengaño, yo soy el bueno y ellos los malos, yo tengo la razón y ellos están equivocados, yo soy la víctima y ellos los verdugos, así con todo.
No hay forma mejor de ser sincero con uno mismo, que reconociendo nuestras carencias en el espejo de lo exterior. No hay mejor forma de conocerse a un mismo que a través de la enfermedad, pues nos hace sinceros, mostrando en nuestro cuerpo aquello que estaba en la sombra. Con los síntomas mostramos aquello que con la mente tratábamos de esconder. Los síntomas están ahí para reclamar nuestra atención. Los síntomas nos imponen la verdad, son incómodos y por eso tratamos de silenciarlos, nos muestran lo que hay en nuestro interior, nuestro lado oscuro y no permitimos que se manifieste. Los síntomas recurrentes nos indican que no hemos resuelto el problema, por eso hoy en día hay tantos enfermos crónicos hipermedicados.
Tratar el síntoma solo provoca el desplazamiento del mismo a otras zonas del cuerpo. El síntoma trata de completar al ser humano aportando lo que le falta en la conciencia y asimilar y tomar conciencia de lo que falta en el alma es lo que completa al ser humano. Lo malo es que el síntoma corporal es necesario, pero nunca la solución. El síntoma es solo el medio para el aprendizaje. Cada síntoma es un llamamiento a comprender un problema de fondo. O intentamos comprender el significado del síntoma o el cuerpo hará que cada vez los síntomas sean más potentes.
Cada enfermedad, infección dolor es una fase de maduración que nos permite enriquecer la conciencia.
¿De qué te has dado cuenta con este dolor, incapacidad, enfermedad , infección,..?
Todo aquello de lo que no tomamos conciencia, aquello que nos pasa de lo que no aprendemos, va a ser somatizado, es decir, expresado en el cuerpo, a través de su lenguaje simbólico, según el resentir del paciente, es decir, su forma de sentirlo, vivirlo o sufrirlo. Es como si nuestro cuerpo actuara mediante mímica, intentando que adivinásemos la película. Cuanta menos conciencia y menos aprendizaje adquiramos de lo que nos pasa en la vida, más enfermedades o pruebas volverán a nuestro cuerpo para generar experiencias prácticas con las que aprender y crecer. ¿No aprendes? Te lo diré más alto.
El cuerpo no es el lugar donde se resuelven los problemas sino donde se manifiestan. Los problemas hay que arreglarlos en la mente. Si seguimos tratando solo los síntomas como en la medicina académica seguiremos sufriendo enfermedades cada vez más graves. Todo esto no quiere decir que dejemos de paliar los síntomas o tratar las patologías físicas, pero como medios de atenuar el sufrimiento y en plena conciencia de que no son la solución y haciéndose las preguntas apropiadas para aprender y crecer en el proceso.
Limpiar constantemente el espejo no mejora al que se mira en él. Nuestro espejo, nuestro cuerpo, solo debe servir para reconocernos en él.
(Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke, La enfermedad como camino)