Cómo tratar las secuelas del Coronavirus
31-01-2021Además de los problemas que nos causa el coronavirus, ahora tenemos que lidiar con las consecuencias del mismo, las secuelas que deja. No se están dando soluciones en este aspecto, de ahí que me haya decidido a escribir este artículo. Espero que te sea de utilidad.
Aproximadamente, dos tercios de la población que ha sufrido la infeccion por coronavirus, padece síntomas 6 meses después. No se está dando ninguna solución a los mismos, simplemente se está recopilando información al respecto, evaluando la salud previa de los pacientes, buscando factores que pudieran favorecer la infección y sacar estadísticas para conocer mejor al virus. Sin embargo, creo que no se está prestando sufciente atención a la persona que sufre estas secuelas. En primer lugar por la dificultad para acceder a la atención médica y en segundo lugar, porque la medicina convencional solo trata síntomas, es simplista, no trata la verdadera causa y va poniendo parches sobre las consecuencias. Esta desatención genera angustia e impotencia en el paciente que no sabe lo que le ocurre, empeorando aún más la situación, generando miedo al contacto social, ansiedad, aislamiento e incluso depresión.
Tengamos en cuenta que las personas que han sufrido la enfermedad no han sido curadas, el virus no ha sido eliminado. De hecho esto es una utopía, es un error luchar contra virus, bacterias u hongos, pues forman parte de nuestro organismo, de nuestro genoma. Existe un viroma, un micobioma, un bacterioma que forma parte de nuestro mapa genético. Luchar contra ellos es luchar contra nosotros mismos. Poseemos en nuestro organismo más bacterias que células, en realidad son ellas las que nos portan , no nosotros los que las portamos a ellas.
El enfoque debería llevarse a mejorar nuestro terreno, es decir cómo está nuestro organismo, que favorece la entrada y la replicación del virus. Cómo abonamos el terreno para que este se desarrolle. Un sistema inmunitario débil favorece su desarrollo mientras que un sistema inmunitario equilibrado será capaz de mantener a ralla al mismo.
Por otra parte, decir que el paciente se ha curado es una falacia, el tratamiento ha consistido en anticoagulantes para evitar la trombosis, antibióticos para evitar la neumonía y antiinflamatorios para evitar la excesiva respuesta inmunitaria con inflamación exagerada. ¿Y el virus? ¿Quien ha tatado el virus?
No nos engañemos, el virus sigue ahí, latente, escondido de nuestro sistema inmunitario, aprovechando la más mínima debilidad para volver a dar guerra, de ahí la aparición de secuelas. El virus está simplemente agazapado para reaparecer en momentos de debilidad. Es una característica propia de los virus, el permanecer en estado latente y reaparecer cuando se dan las condiciones óptimas.
Es por ello que permanecen muchos síntomas meses después. Los antibióticos tampoco ayudan pues dañan la microbiota intestinal que representa el 80% de nuestro sistema inmunitario, provocando un debilitamient después del tratamiento.
Entre las secuelas más comunes están las siguientes, pudiendo variar dependiendo del grado de afectación, siendo más frecuentes en los pacientes que estuvieron más graves:
- Disnea o sensación de falta de aire, sobre todo con el esfuerzo.
- Fatiga y falta de energía con difficultad para mantener la actividad de la vida diaria.
- Febrícula.
- Dolor muscular y debilidad
- Falta de concentración y pérdida de memoria.
- Pérdida del gusto (ageusia) y del olfato (anosmia), aunque suelen recuperarse.
- Ansiedad, depresión y/o fobia social.
- Fibrosis pulmonar: Se ha visto que tiene una incidencia muy baja (4%)
- Afectación cardíaca, pudiendo producir descompensaciones en personas previamente cardiópatas.
Escribo este artículo porque me están viniendo personas a la consulta con estos síntomas y la solución que les dan es tomar paracetamol.
Como psiconeuroinmunólogo opino que se puede hacer mucho al respecto y es lo que estoy haciendo:
- Proporcionar energía.
- Bajar la carga viral.
- Modular el sistema inmunitario.
- Reparar el tejido dañado.
- Valorar todos los posibles agentes estresantes que pudieron favorecer la infección.
1. Proporcionar energía
Consistiría en cambiar la alimentación a una dieta más alcalina y antiinflamatoria, rica en antioxidantes y grasas saludables. Además, si es necesario, suplementar con vitamina C, Ubiquinol o Cordyceps, que además de modular el sistema inmunitario y ser antiviral, ayuda en las convalecencias.
2. Bajar la carga viral
Se pueden utilizar suplementos de vitamina C a dosis altas, zinc y hongos como el Reishi, que también modula y es ansiolítico, el Cordycpes que ya hemos citado antes, o el champiñon del Sol.
3. Modular el sistema inmunitario
Buscando evitar qué esté hiperreactivo y provoque inflamación o que esté deprimido. Para ello podemos utilizar suplementos de Vitamina D y los ya citados hongos . El Omega 3 nos ayudaría a resolver la inflamación además de ser anticoagulante y los probióticos los utilizarámos en caso de síntomas intestinales.
4. Reparar el tejido dañado
La vitamina C también sería importante en este caso pues ayuda a mantener el tejido conjuntivo. El ubiquinol y la creatina serían útiles en casos de afectación cardíaca mientras que el cardo mariano se utilizaría para regenerar limpiar pulmón e hígado. El omega 3 o la glutamina también nos ayudarían a reparar las mucosas dañadas.
5. Valorar los factores de estrés
Las infecciones no ocurren porque sí. Existe un terreno que abonado previamente que predispone. Entre los factores que más influyen están el sobrepeso, el tabaquismo, el estrés emocional, el sedentarismo o una mala alimentación, en definitiva, un mal estilo de vida. Una intervención en estos niveles es imprescindible si lo que queremos es aprender algo de la enfermedad y salir fortalecidos. Cada persona debe identificar sus factores sus puntos débiles y tratar de mejorarlos con la ayuda del profesional correspondiente en cada caso, un coach, un psicólogo , un entrenador personal,un nutricionisa, un psiconeuroinmunólogo o un animal de compañía, pero que al menos la enfermedad sirva para algo, que tenga un para qué.
No voy a citar suplementos concretos ni dosis pues es importante que el tratamiento sea adaptado para cada caso particular por un profesional. En mi caso, aplico la Kinesiología para testar la necesidad de unos suplementos u otros y las dosis más apropiadas.
PEDRO GRACIA FEITO
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